Había oído que Manjushri era el Bodhisattva de la Sabiduría, el conocimiento no-dual de la vacuidad. Sin embargo, a Manjushri se le representa con una espada flamígera y los textos budistas (sutras y tantras), símbolos ambos de la Palabra. Esta representación es un poco paradójica, ya que el silencio debería ser la expresión más clara de la no-dualidad y la vacuidad y no la palabra. Pero Manjurshi es el Bodhisattva campeón de la Palabra, precisamente, porque conoce la vacuidad de las cosas y sobre todo de las palabras. La vacuidad es difícil de comprender, porque ni siquiera es un verdadero concepto, sino que se trata de un "argumento" con el que los sabios budistas lograban poner fin al debate.
FILOSOFÍA ESCOLÁSTICA: En la India, la comunidad de monjes mendicantes budistas, tras la muerte de Buda, se fueron asentado en monasterios. Y como el cristianismo, los emperadores indios protegieron al budismo, a los monjes y sus monasterios. Los monasterios budistas se convirtieron en grandes centros dedicados a la filosofía escolástica y sobre todo al debate filosófico o "dialéctica". En los monasterios se organizaban grandes debates filosóficos sobre aspectos de la enseñanza de Buda. En muchos lugares de la India, algunos debates públicos fueron promovidos por reyes o grandes señores que querían ver a los filósofos "gladiadores" de la Palabra.
NÂGÂRJUNA, EL REY DE LOS FILÓSOFOS ESCOLÁSTICOS: En el siglo III de nuestra era, apareció un gran filósofo: Nâgârjuna. De su vida se sabe poco, parece que nació en el sur de la India y que se convirtió al budismo. Fue el vencedor de muchos debates filosóficos, llevando a sus enemigos a un punto sin retorno: la vacuidad. Nâgârjuna utilizó la idea de la vacuidad para vencer a sus adversarios dialécticos. Esta idea tenía sentido en el ámbito de la dialéctica, del debate filosófico, pues no era realmente una doctrina, ni un concepto, sino una "relación". La vacuidad surge del debate, cuando se comprende que todo está relacionado, que todo lo que conocemos surge de causas y condiciones, y por tanto, nada tiene una naturaleza propia (svabhâva).
LA VACUIDAD: La vacuidad de Nâgârjuna es una negación, nunca se afirma que las cosas están vacías, sino simplemente se niega que las cosas tengan naturaleza propia y de ahí surge su vacuidad. Por ello, Nâgârjuna era invencible en los debates, porque nunca afirmaba nada, nadie podía encontrarle en una contradicción, simplemente porque no afirmaba nada. Su actitud era muy similar a la de los escépticos griegos, eso sí, siendo budista y creyendo en las enseñanzas de Buda. Los escépticos simplemente negaban que pudiésemos conocer las cosas, pues de toda afirmación, de todo discurso se puede afirmar lo contrario. Esa es la gran trampa del lenguaje, todo se puede argumentar. Nâgârjuna, al igual que Sócrates, llevaba a sus oponentes a una contradicción, siguiendo sus propios razonamientos les hacía caer en contradicciones o reducía sus puntos de vista al absurdo (prasanga, nombre que tomó la escuela de Nâgârjuna unos siglos más tarde). Estos filósofos que nunca afirmaban y que siempre negaban fueron denominados vitandines, maestros de lógica en el debate, que muchas veces fueron rechazados de los debates públicos.
EL NO-DUALISMO ES SOLO NEGACIÓN: Como Nâgârjuna, los filósofos del vedanta advaita, que aparecieron siglos más tarde, eran vitandines, es decir, expertos en la negación durante el debate, en el que tampoco afirmaban nada. Las obras de los vitandines se escribieron como los diálogos de Platón, mostrando los debates donde se imponían negando la naturaleza propia (svabhâva, los budistas) o la realidad del mundo, llenado su discursos de metáforas, como el "mundo encantado" (mâyâ), la vacuidad de las cosas o la única existencia subjetiva (satcitânanda). El no-dualismo siempre es fruto de una actitud escéptica en el debate, pues es fruto de la negación. El filósofo no-dualista no afirma nada, simplemente, niega. Niega la realidad del mundo, la naturaleza propia o independiente de las cosas, la realidad del yo, de la mente, del cuerpo, etc. El no-dualismo es siempre el resultado de los juegos del lenguaje, de metáforas y de métodos dialécticos para poner fin al debate. Por eso Manjushri lleva una espada flamígera en la mano, porque es el vencedor de todos los debates, cuando él termina su oponente no tiene palabras o se encuentra con las contradicciones y laberintos del lenguaje.
FILOSOFÍA ESCOLÁSTICA: En la India, la comunidad de monjes mendicantes budistas, tras la muerte de Buda, se fueron asentado en monasterios. Y como el cristianismo, los emperadores indios protegieron al budismo, a los monjes y sus monasterios. Los monasterios budistas se convirtieron en grandes centros dedicados a la filosofía escolástica y sobre todo al debate filosófico o "dialéctica". En los monasterios se organizaban grandes debates filosóficos sobre aspectos de la enseñanza de Buda. En muchos lugares de la India, algunos debates públicos fueron promovidos por reyes o grandes señores que querían ver a los filósofos "gladiadores" de la Palabra.
NÂGÂRJUNA, EL REY DE LOS FILÓSOFOS ESCOLÁSTICOS: En el siglo III de nuestra era, apareció un gran filósofo: Nâgârjuna. De su vida se sabe poco, parece que nació en el sur de la India y que se convirtió al budismo. Fue el vencedor de muchos debates filosóficos, llevando a sus enemigos a un punto sin retorno: la vacuidad. Nâgârjuna utilizó la idea de la vacuidad para vencer a sus adversarios dialécticos. Esta idea tenía sentido en el ámbito de la dialéctica, del debate filosófico, pues no era realmente una doctrina, ni un concepto, sino una "relación". La vacuidad surge del debate, cuando se comprende que todo está relacionado, que todo lo que conocemos surge de causas y condiciones, y por tanto, nada tiene una naturaleza propia (svabhâva).
LA VACUIDAD: La vacuidad de Nâgârjuna es una negación, nunca se afirma que las cosas están vacías, sino simplemente se niega que las cosas tengan naturaleza propia y de ahí surge su vacuidad. Por ello, Nâgârjuna era invencible en los debates, porque nunca afirmaba nada, nadie podía encontrarle en una contradicción, simplemente porque no afirmaba nada. Su actitud era muy similar a la de los escépticos griegos, eso sí, siendo budista y creyendo en las enseñanzas de Buda. Los escépticos simplemente negaban que pudiésemos conocer las cosas, pues de toda afirmación, de todo discurso se puede afirmar lo contrario. Esa es la gran trampa del lenguaje, todo se puede argumentar. Nâgârjuna, al igual que Sócrates, llevaba a sus oponentes a una contradicción, siguiendo sus propios razonamientos les hacía caer en contradicciones o reducía sus puntos de vista al absurdo (prasanga, nombre que tomó la escuela de Nâgârjuna unos siglos más tarde). Estos filósofos que nunca afirmaban y que siempre negaban fueron denominados vitandines, maestros de lógica en el debate, que muchas veces fueron rechazados de los debates públicos.
EL NO-DUALISMO ES SOLO NEGACIÓN: Como Nâgârjuna, los filósofos del vedanta advaita, que aparecieron siglos más tarde, eran vitandines, es decir, expertos en la negación durante el debate, en el que tampoco afirmaban nada. Las obras de los vitandines se escribieron como los diálogos de Platón, mostrando los debates donde se imponían negando la naturaleza propia (svabhâva, los budistas) o la realidad del mundo, llenado su discursos de metáforas, como el "mundo encantado" (mâyâ), la vacuidad de las cosas o la única existencia subjetiva (satcitânanda). El no-dualismo siempre es fruto de una actitud escéptica en el debate, pues es fruto de la negación. El filósofo no-dualista no afirma nada, simplemente, niega. Niega la realidad del mundo, la naturaleza propia o independiente de las cosas, la realidad del yo, de la mente, del cuerpo, etc. El no-dualismo es siempre el resultado de los juegos del lenguaje, de metáforas y de métodos dialécticos para poner fin al debate. Por eso Manjushri lleva una espada flamígera en la mano, porque es el vencedor de todos los debates, cuando él termina su oponente no tiene palabras o se encuentra con las contradicciones y laberintos del lenguaje.
Sí, efectivamente, las dos caras que laminan la hoja de la espada es el símbolo de la no dualidad. Son una sola espada, dos son uno, uno es dos, su filo por tanto no tiene espesor. Corta de raíz todos los apegos, puesto que en la no dualidad, objeto y sujeto, el montante de los deseos, no tienen sentido por separado. Su fuego purifica todas las concepciones errónas y el practicante retorna a un estado originario de paz.
ResponderEliminarUn saludo!