¿Podemos hacer ciencia del Espíritu? La respuesta a esta pregunta no solo sería afirmativa, sino que deberíamos hacer ciencia del Espíritu. La historia del pensamiento occidental nos pone claramente de manifiesto que filosofía y ciencia han sido los motores de nuestra cultura. Si en Oriente la filosofía tenía que mostrar un camino de liberación, en Occidente la filosofía tenía que justificar la ciencia. El Dr. Rudolf Steiner introduce su obra "La Ciencia Oculta" con estas palabras:
"El origen de la ciencia en su naturaleza esencial, no se descubre examinando los objetivos que ella abarca, sino observando el género de actividad científica: hemos de considerar la actitud del alma en el proceso mismo en que ella adquiere el conocimiento científico."
Esta afirmación es una de las más grandes genialidades del filósofo y místico austríaco. En realidad la ciencia es una "actitud del alma" humana. El alma humana necesita conocer y conocer de una forma fiable, necesita comprender las leyes de la Naturaleza, y luego afirma:
"En esto nos basamos para referirnos al conocimiento de un contenido del mundo, no perceptible a los sentidos, como algo "científico". La comprensión humana quiere ocuparse de este contenido del mundo, de la misma manera que está activa en las ciencias naturales."
En "La Ciencia Oculta" el Dr. Steiner nos demuestra como la ciencia es una actitud del alma, que en general se dirige hacia la comprensión del mundo sensible, sin embargo, es también posible y muy deseable, que esta actitud del alma, esta actitud científica, también se dirija hacia la parte del mundo que no es perceptible por los sentidos. Es por ello necesario que en la búsqueda espiritual se adopte una actitud científica.
Y ello por una razón fundamental, si queremos conservar la LIBERTAD que hemos alcanzado con grandes esfuerzos, la LIBERTAD DE PENSAMIENTO, sin sumisión a ninguna autoridad, dogma o dictado, más que a la propia necesidad de conocimiento que parte del alma individual, es preciso utilizar la herramienta más potente que Occidente ha desarrollado: EL PENSAMIENTO CIENTÍFICO.
Por ello, en esta época que nos toca vivir y en estas latitudes del mundo, con la formación y educación que, mejor o peor, hemos recibido, tenemos un potente aliado en la ciencia, entendida como actitud del alma, para guiarnos en nuestro camino de búsqueda espiritual. Debemos dejar de lado a maestros, gurus, escuelas e instituciones que nos quieran dar un camino demasiado predeterminado. Pues la búsqueda interior sin libertad, sin completa libertad, es una ilusión más.
Los maestros budistas que han estudiado la mente en profundidad, tal vez sean los filósofos de la mente que conocen mejor este fenómeno, la definen por medio de dos notas fundamentales: MENTE ES CLARIDAD Y CONOCIMIENTO. La mente es una pantalla clara y luminosa donde se inscriben todos nuestros conocimientos, un continuo donde se reflejan todas las cosas que necesitamos conocer, de hecho siempre estamos conociendo. Cualquier percepción es un conocimiento.
Y no solo hay percepciones del mundo sensible, también las hay del mundo que no es perceptible por los sentidos. Por ello podemos hacer ciencia del Espíritu, y debemos hacer ciencia del Espíritu si queremos avanzar en su conocimiento de forma libre y autónoma. Todo el mundo tiene la capacidad para hacerlo, todos podemos avanzar en el conocimiento interior de forma libre y no condicionada. No hay ningún problema en acercarse a escuelas, maestros y personas sabias, todo lo contrario, pero siempre y cuando ello no nos condicione, siempre y cuando no perdamos nuestro sentido común y nuestra libertad. Pues si el sabio es realmente un sabio, te acompañará una parte de tu trayecto, pero luego te dejará volar, libre.
"El origen de la ciencia en su naturaleza esencial, no se descubre examinando los objetivos que ella abarca, sino observando el género de actividad científica: hemos de considerar la actitud del alma en el proceso mismo en que ella adquiere el conocimiento científico."
Esta afirmación es una de las más grandes genialidades del filósofo y místico austríaco. En realidad la ciencia es una "actitud del alma" humana. El alma humana necesita conocer y conocer de una forma fiable, necesita comprender las leyes de la Naturaleza, y luego afirma:
"En esto nos basamos para referirnos al conocimiento de un contenido del mundo, no perceptible a los sentidos, como algo "científico". La comprensión humana quiere ocuparse de este contenido del mundo, de la misma manera que está activa en las ciencias naturales."
En "La Ciencia Oculta" el Dr. Steiner nos demuestra como la ciencia es una actitud del alma, que en general se dirige hacia la comprensión del mundo sensible, sin embargo, es también posible y muy deseable, que esta actitud del alma, esta actitud científica, también se dirija hacia la parte del mundo que no es perceptible por los sentidos. Es por ello necesario que en la búsqueda espiritual se adopte una actitud científica.
Y ello por una razón fundamental, si queremos conservar la LIBERTAD que hemos alcanzado con grandes esfuerzos, la LIBERTAD DE PENSAMIENTO, sin sumisión a ninguna autoridad, dogma o dictado, más que a la propia necesidad de conocimiento que parte del alma individual, es preciso utilizar la herramienta más potente que Occidente ha desarrollado: EL PENSAMIENTO CIENTÍFICO.
Por ello, en esta época que nos toca vivir y en estas latitudes del mundo, con la formación y educación que, mejor o peor, hemos recibido, tenemos un potente aliado en la ciencia, entendida como actitud del alma, para guiarnos en nuestro camino de búsqueda espiritual. Debemos dejar de lado a maestros, gurus, escuelas e instituciones que nos quieran dar un camino demasiado predeterminado. Pues la búsqueda interior sin libertad, sin completa libertad, es una ilusión más.
Los maestros budistas que han estudiado la mente en profundidad, tal vez sean los filósofos de la mente que conocen mejor este fenómeno, la definen por medio de dos notas fundamentales: MENTE ES CLARIDAD Y CONOCIMIENTO. La mente es una pantalla clara y luminosa donde se inscriben todos nuestros conocimientos, un continuo donde se reflejan todas las cosas que necesitamos conocer, de hecho siempre estamos conociendo. Cualquier percepción es un conocimiento.
Y no solo hay percepciones del mundo sensible, también las hay del mundo que no es perceptible por los sentidos. Por ello podemos hacer ciencia del Espíritu, y debemos hacer ciencia del Espíritu si queremos avanzar en su conocimiento de forma libre y autónoma. Todo el mundo tiene la capacidad para hacerlo, todos podemos avanzar en el conocimiento interior de forma libre y no condicionada. No hay ningún problema en acercarse a escuelas, maestros y personas sabias, todo lo contrario, pero siempre y cuando ello no nos condicione, siempre y cuando no perdamos nuestro sentido común y nuestra libertad. Pues si el sabio es realmente un sabio, te acompañará una parte de tu trayecto, pero luego te dejará volar, libre.
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