“Aquellos
que practican el Vajrayana, las enseñanzas tántricas secretas, tienen un
compromiso sagrado de no rechazar las emociones del apego, la ira, la
ignorancia, el orgullo y la envidia o los celos. La razón para que esto sea así
tiene que ver con que si las rechazan, nunca tendrán la posibilidad de
descubrir su sabiduría intrínseca. Al abandonar los cinco venenos, abandonamos,
al mismo tiempo, cualquier posibilidad de realizar las cinco sabidurías, puesto
que ellas se encuentran en el mismo lugar de las emociones. Esa es la razón por
la cual, cuando nos comprometemos con las prácticas tántricas, debemos trabajar
con los diferentes objetos que dan surgimiento a las reacciones emocionales.
Los objetos mismos del apego, el odio, etc., se convierten en los medios para
la liberación de los conflictos emocionales. En términos prácticos, esto
significa que cuando uno de los cinco venenos aparece en la mente, tenemos que
mirar directamente su esencia hasta entender que en verdad no tiene una
existencia real. Percepción, emoción y sabiduría Las emociones aparecen debido
a las condiciones creadas por nuestra mente confusa. Nuestra conciencia
fundamental, que en el momento presente se encuentra en un estado de total
ignorancia, proyecta a partir de sí la idea de un mundo experimentado por medio
de los cinco sentidos, los cinco órganos de los sentidos y sus relaciones
activas con los objetos externos. Debido a nuestros hábitos previos, la mente
proyecta imágenes que considera separadas de ella misma. Entonces, éstas se convierten
en formas que actúan como objetos para la vista, sonidos para el oído, y así
sucesivamente. La presencia de estos
objetos aparentemente independientes hace que la mente se perturbe, permitiendo
la aparición de las emociones. Por ejemplo, cuando nuestros ojos ven una
forma, la cosa no se queda ahí: inmediatamente reaccionamos frente a ella.
Cuando la forma nos parece agradable, nos sentimos atraídos. Si la encontramos
desagradable o repulsiva, la rechazamos y queremos alejarnos. Lo mismo aplica a
toda la información sensorial, es decir, a todo lo que oímos, olemos, probamos
o tocamos. Cada vez que los órganos de los sentidos entran en funcionamiento
deberíamos mirar directamente la esencia real de lo que está sucediendo.
Gradualmente llegaremos a ver que el objeto que estamos percibiendo no es más
que la mente trabajando. El objeto es la mente, no se diferencia de ella y, por
lo tanto, no hay necesidad de crear ninguna dualidad artificial manteniendo una
distinción clara entre sujeto y objeto. Si miramos la esencia de esta carencia
de dualidad, la verdadera naturaleza del objeto y de la mente que lo percibe,
descubriremos la esencia misma de la mente. Esta percepción de la esencia de la
mente tiene lugar cuando todos los pensamientos previos se han detenido y el
siguiente pensamiento aún no ha aparecido. La mente se encuentra en el presente
espontáneo, su propia realidad. Es la mente la que ve su propia esencia y es a
esto a lo que le damos el nombre de sabiduría primordial. Su presencia,
entonces, aclara las emociones atómicamente. Es como encender una vela en un
cuarto oscuro: tan pronto como la luz se hace presente, la oscuridad desaparece
por sí sola. En forma similar, el simple hecho de que la sabiduría esté en la
mente hace que las emociones se desvanezcan por completo. Si tenemos éxito en
meditar así, en ese mismo instante veremos la sabiduría inherente a cada
emoción y, por ende, nos liberamos de su aspecto negativo. Esto es lo que se
conoce como la aparición y la liberación simultánea de las emociones.
Cada
uno de los cinco venenos se reconoce como una de las cinco sabidurías. Sí, por
el contrario, no logramos ver el aspecto de sabiduría del evento que está
teniendo lugar en la mente, una vez más quedamos atrapados en la dualidad.
Seguimos el pensamiento, nos dejamos influenciar por él y empezamos a
reaccionar ante el objeto aceptándolo o rechazándolo, hasta que la mente queda
invadida por la confusión y las emociones y terminamos teniendo que
experimentar el sufrimiento que sigue. Dice en el texto que si renunciamos a
los cinco venenos será imposible encontrar la sabiduría. La actividad de las
emociones es la actividad de la mente. Cada emoción que aparece no es más que
la mente misma en acción y, por lo tanto, si rechazamos las emociones estamos
rechazando, al mismo tiempo, la mente. Sólo a través de su actividad
descubrimos la actividad de la sabiduría y, entonces, al rechazar la actividad
emocional de la mente, rechazamos la posibilidad de encontrar su actividad de
sabiduría. Esto nunca nos llevará a realizar la realidad última de la mente.
Abandonar los cinco venenos es un camino menos directo a la iluminación. Sin
embargo, ver la verdadera naturaleza de las emociones en la medida en que se
presentan no es una tarea fácil. Si solamente nos permitimos mirar las
emociones que aparecen en nuestra mente, una detrás de la otra, en la forma
usual, no somos diferentes de lo que éramos antes. Nada ha cambiado. Si de
verdad gozamos con nuestras emociones, incrementando deliberadamente su fuerza
hasta que nos intoxican completamente, nos estaremos comportando como alguien
poseído y, en consecuencia, acumularemos el karma de un demonio. También puede
suceder que nos convirtamos en ese tipo de personas que cada vez se sienten más
orgullosas de su habilidad para lidiar con las emociones. Puesto que su
entendimiento no se ha desarrollado plenamente, incrementan el poder de las
emociones. Entre más fuertes se vuelven, más grande se hace su orgullo. Y las
cosas no paran ahí. Pese a no estar libres de confusiones emocionales, estas
personas sostiene que sí lo están y se auto erigen en ejemplos para otros.
Motivadas por un gran orgullo, buscan hacer crecer su reputación, que las
reconozcan como importantes y famosas por su "adecuado" manejo de las
emociones. Cada vez más confusas, acumulan un karma que crece cada instante en
negatividad. Un Buda para cada emoción. Si logramos mirar directamente la
realidad de cada uno de los cinco venenos, en la medida en que aparecen,
reconoceremos que no son otra cosa que las cinco sabidurías. En el veneno de la
ira y el odio percibiremos la sabiduría como espejo que corresponde al Buda Akshobya.
Mirando directamente la naturaleza del orgullo, encontraremos la sabiduría de
la igualdad y al Buda Ratnasambhava. En la naturaleza del deseo descubriremos
la sabiduría discriminativa y al Buda Amithaba. Si miramos los celos y la
envidia, veremos la sabiduría que todo lo logra y al Buda Amoghasiddhi. Y si
miramos la ignorancia, encontraremos la sabiduría del dharmahatu y al Buda
Vairocana. Estos Budas también corresponden a las diferentes energías
elementales del cuerpo, cada una de las cuales está asociada con una emoción.
Ver a través de las emociones produce no sólo la realización de un aspecto de
la sabiduría sino que transforma el elemento correspondiente del cuerpo en cada
uno de los cinco Budas.
En
el Vajrayana no abandonamos las emociones, simplemente miramos su naturaleza o
esencia, a partir de lo cual éstas se transforman automáticamente en las cinco
sabidurías y, espontáneamente, generamos las mentes de los cinco Budas arquetípicos.
Este tipo de práctica la emplean quienes meditan de acuerdo con la tradición
del Mahamudra o el Dzogchen. Un remedio para todas las enfermedades. Mirar
directamente la esencia o naturaleza de una emoción es un método que puede
aplicarse en todos los casos, de la misma manera en que podemos utilizar una
sola medicina para curar cien enfermedades. El practicante con grandes
habilidades utilizará este método para "inflar" las emociones en el
instante en que alguna de ellas aparezca en la mente. Esto equivale a arrojar
una diminuta chispa de fuego en un montón de heno seco: inmediatamente se
encenderá y será completamente destruido. Aunque la chispa original es pequeña,
puede quemar cualquier cantidad de heno. De la misma forma, una pequeña chispa
de sabiduría puede quemar toda la confusión de la mente y las emociones
asociadas con ella, hasta que lo único que queda en la mente es realidad
última. Aquellos practicantes de medianas capacidades deben utilizar este
método de la siguiente manera: tan pronto como una emoción aparezca en la mente
en el momento de la meditación, deben examinarla directamente, con una mirada
desprovista de cualquier revestimiento. La emoción se calmará inmediatamente y
perderá poder sobre el practicante. Se dice que este proceso equivale a
reconocer la no dualidad del agua y las olas. En la superficie del mar se
pueden ver muchas olas de diversos tamaños y formas. Sin embargo, el contenido
de las olas es la misma agua del mar. En realidad, no hay distinción entre las
olas y el agua. De igual forma, todas las emociones que aparecen en la mente no
son otra cosa que la mente misma. Por lo tanto, no hay razón para que debamos
rechazar la emoción o para que la consideremos diferente a la mente. El
practicante medio podrá entender esto y, al experimentar directamente el hecho
de que las emociones son simplemente la mente, éstas se calmarán por su propia
cuenta. El practicante de capacidades ordinarias podrá hacerse consciente de la
emoción en el momento en que ésta aparece en la mente. No deberá involucrarse
en la emoción y dejarse tomar por ella que es lo que usualmente sucede. Es como
alguien loco que de pronto recupera el juicio. Libre de su locura, su
conciencia ordinaria regresa. En forma similar, tan pronto como esta persona se
da cuenta de la presencia de una emoción, aplica la práctica que considere
apropiada en ese momento y circunstancias. Ser concientes de la emoción,
incluso de manera parcial, aunque no nos libera nos da el punto de arranque
para la aplicación posterior de otros enfoques para trabajar con las emociones.
Para nosotros es difícil considerar la ignorancia como una emoción, pero si
pensamos cuidadosamente, podemos ser influenciados por la ignorancia como por
el deseo y la ira. La ignorancia no es algo neutral sin efectos o
consecuencias, es un estado definido de la mente que hace que actuamos en una
forma determinada. La ignorancia ocurre cuando no somos capaces de ver las
cosas como realmente son. Esta incapacidad de reconocer lo que está sucediendo
puede ser consciente o inconsciente: unas veces se presenta como inocencia y
otras como indiferencia, es decir, no querer ver deliberadamente lo que está
pasando. Puede involucrar factores como una confusión general acerca de lo que
está ocurriendo o la formación de visiones totalmente erradas. También tiene
que ver con el apego. La ignorancia a veces puede ser muy cómoda ("la
ignorancia es una bendición", dicen. Si nos miramos de cerca, podemos
encontrar estas actitudes en gran cantidad de nuestros comportamientos). Desde
el punto de vista budista, la ignorancia nada tiene que ver con la inocencia o
la bienaventuranza. Por el contrario, es la causa principal de nuestro
sufrimiento y, por ello, es que se incluye de forma explícita entre los cinco
venenos.”
El veneno raíz más profundo es la IGNORANCIA, le sigue la IRA, sigue el ORGULLO, luego el APEGO y finalmente la ENVIDIA y el MIEDO. Las cinco Gnosis son: la Gnosis del Dharmadhatu, la Gnosis como un Espejo, la Gnosis de la Igualdad, la Gnosis del Discernimiento y la Gnosis del Cumplimiento.
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