LA PALABRA: El ser humano se diferencia básicamente de los animales porque está capacitado para emitir sonidos articulados con sentido. Todo su organismo está diseñado para albergar el instrumento más fino que existe: las cuerdas vocales. El aire entra y sale atravesando las cuerdas vocales y permitiendo emitir sonidos. Así, levanta su columna vertebral para poder mantener erectas sus cuerdas vocales y proyectar el sonido de forma frontal.
PALABRA Y MENTE: Cada sonido que puede pronunciar, según su punto de articulación genera significados y sentidos en su mente. Por eso este instrumento es lo más perfecto que tiene el ser humano. Su mente, sin embargo, está todavía por pulir y desarrollar. Tenemos un cuerpo, la posibilidad de articular sonidos, esto es la palabra, y una mente bruta, muy próxima a la de los animales, con la diferencia apuntada de comprender y expresar sonidos. El ser humano no tiene una mente tan perfecta como su palabra. Por eso pienso que el ser humano fue diseñado para cantar, pero, ¿cantar qué? Cantar la alabanza de una mente pura y perfecta. En general, este es el concepto de Dios en gran parte de las religiones: una Mente Divina, pura, clara y luminosa, como un cielo despejado iluminado por el Sol. Este es el ideal de mente que intuimos como más perfecta. Una mente clara, luminosa, que ilumina permitiendo el conocimiento, pacífica y estable, etc.
TRANSFORMAR LA MENTE A TRAVÉS DE LA PALABRA: Es cierto, que nuestra mente está unida al cuerpo gracias a un vehículo intermedio: el cuerpo etérico o vital, que no es otra cosa que las corrientes sutiles de calor, que en distintos lugares del cuerpo realizan distintos movimientos. Son los vientos internos de la tradición filosófica oriental, distintos movimientos del calor en el cuerpo, que generan distintas funciones biológicas (como la digestión, la excreción, la distribución de calor por el cuerpo, etc.), pero que a la vez generan distintos estados de ánimo y los pensamientos que ellos producen. Este cuerpo etérico o sistema generado por las corrientes de calor corporal responde a los sonidos articulados de nuestro habla, de hecho es el cuerpo de la palabra, es nuestro aliento (spiritus). El aire que entra y sale con nuestra respiración se transforma en la boca y en la garganta en sonido, y cada parte de este cuerpo etérico responde a un sonido determinado. Por ello, el Tantra pone su atención en el cuerpo etérico e intenta transformarlo a través del mantra. El Tantra es el Camino del Mantra, el Camino de los Sonidos que transforman y transfiguran el cuerpo etérico. Cada viento interno, cada éter, cada canal de calor, responde a una vibración que puede traducirse en sonidos. Estos sonidos tienen por objeto llevar a todo el cuerpo etérico a un estado de calma y control, que permita purificar la mente. Transformando el cuerpo etérico transformamos el cuerpo físico y la mente, este es el objetivo del Tantra, del trabajo con la respiración y el mantra, del trabajo con los canales, chakras y vientos internos.
PALABRA Y MENTE: Cada sonido que puede pronunciar, según su punto de articulación genera significados y sentidos en su mente. Por eso este instrumento es lo más perfecto que tiene el ser humano. Su mente, sin embargo, está todavía por pulir y desarrollar. Tenemos un cuerpo, la posibilidad de articular sonidos, esto es la palabra, y una mente bruta, muy próxima a la de los animales, con la diferencia apuntada de comprender y expresar sonidos. El ser humano no tiene una mente tan perfecta como su palabra. Por eso pienso que el ser humano fue diseñado para cantar, pero, ¿cantar qué? Cantar la alabanza de una mente pura y perfecta. En general, este es el concepto de Dios en gran parte de las religiones: una Mente Divina, pura, clara y luminosa, como un cielo despejado iluminado por el Sol. Este es el ideal de mente que intuimos como más perfecta. Una mente clara, luminosa, que ilumina permitiendo el conocimiento, pacífica y estable, etc.
TRANSFORMAR LA MENTE A TRAVÉS DE LA PALABRA: Es cierto, que nuestra mente está unida al cuerpo gracias a un vehículo intermedio: el cuerpo etérico o vital, que no es otra cosa que las corrientes sutiles de calor, que en distintos lugares del cuerpo realizan distintos movimientos. Son los vientos internos de la tradición filosófica oriental, distintos movimientos del calor en el cuerpo, que generan distintas funciones biológicas (como la digestión, la excreción, la distribución de calor por el cuerpo, etc.), pero que a la vez generan distintos estados de ánimo y los pensamientos que ellos producen. Este cuerpo etérico o sistema generado por las corrientes de calor corporal responde a los sonidos articulados de nuestro habla, de hecho es el cuerpo de la palabra, es nuestro aliento (spiritus). El aire que entra y sale con nuestra respiración se transforma en la boca y en la garganta en sonido, y cada parte de este cuerpo etérico responde a un sonido determinado. Por ello, el Tantra pone su atención en el cuerpo etérico e intenta transformarlo a través del mantra. El Tantra es el Camino del Mantra, el Camino de los Sonidos que transforman y transfiguran el cuerpo etérico. Cada viento interno, cada éter, cada canal de calor, responde a una vibración que puede traducirse en sonidos. Estos sonidos tienen por objeto llevar a todo el cuerpo etérico a un estado de calma y control, que permita purificar la mente. Transformando el cuerpo etérico transformamos el cuerpo físico y la mente, este es el objetivo del Tantra, del trabajo con la respiración y el mantra, del trabajo con los canales, chakras y vientos internos.
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