EL CÍRCULO DE LA SABIDURÍA

El Círculo de la Sabiduría recoge las conclusiones de mi búsqueda interior y de mi trabajo de meditación. He consagrado mi vida a la búsqueda interior y, en los últimos años, he alcanzado algunos interesantes resultados que me gustaría compartir con el lector. No creo que en una cosa como es la meditación se pueda hablar de rigor científico, pero sí que es legítimo hablar de método, la “investigación interior” se puede hacer de forma más o menos metódica, sin embargo, las conclusiones, al ser completamente subjetivas, no pueden tener mayor rigor que el de la opinión. Juan Almirall

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miércoles, 22 de julio de 2015

LA ERA DEL SOL, LA CIENCIA OCULTA, CAP. IV, RUDOLF STEINER

La Era del Sol tiene siete etapas donde actúan de nuevo las nueve Jerarquías, en un nivel superior, pues todos los seres han evolucionado gradualmente en la nueva Era. El elemento solar es el aire (gas), la luz y la vida.
1ª.- En la primera etapa, el ser humano alcanza la conciencia de sueño vegetativo, las Dominaciones instilan un cuerpo etéreo en el ser humano, y comienza la vida (por tanto, la vida se da en un segundo momento, primero había calor y voluntad).
2ª.- En la segunda etapa solar las Virtudes, a través de su cuerpo astral, imprimen movimiento interno en el cuerpo etéreo, como la savia de las plantas pero con una estructura gaseosa.
3ª.- Las Potestades imprimen la forma permanente de los cuerpos gaseosos.
4ª.- Los Principados alcanzaron el nivel superior al humano, la conciencia imaginativa, similar a la experiencia del alma en el tercer cielo. Los Principados reflejan imágenes en la conciencia del ser humano, así como Luz-Amor gracias a la influencia de los Serafines, ambas jerarquías ponen la semilla de la reproducción, en la forma materna. También aparecen las entidades retrasadas de la Era de Saturno, sustancias calóricas incapaces de condensarse en gases, que llevarán a la formación de una segunda entidad planetaria.
5ª.- Los Arcángeles alcanzan el nivel de la actual humanidad, con una conciencia yo, y elaboran los rudimentos de los actuales sentidos, mientras que los Principados y Serafines imprimen el sistema glandular.
6º.- Los Ángeles y los Querubines permiten el desarrollo del sentido del sabor que externamente se experimenta como sonido.
7º.- En la séptima etapa el ser humano alcanza la madurez para poner en acción sus propias energías y se genera el germen del Espíritu de Vida (Buddhi).
Termina la Era del Sol con una noche cósmica donde todo pasa a un nivel de latencia espiritual, hasta el despertar en una nueva Era, la Era de la Luna.

martes, 21 de julio de 2015

LOS SIETE SELLOS PLANETARIOS DE R. STEINER

Sello de la Luna, la acción de los Hijos de la Vida (Ángeles)
Sello de Mercurio, la acción de los Espíritus del Fuego (Arcángeles)

Sello de Venus, la acción de los Espíritus de la Personalidad (Principados)

Sello del Sol, la acción de los Espíritus de la Forma (Potestades)
Sello de Marte, la acción de los Espíritus del Movimiento (Virtudes)
Sello de Júpiter, la acción de los Espíritus de la Sabiduría (Dominaciones)
Sello de Saturno, la acción de los Espíritus de la Voluntad (Tronos)

LA ERA DE SATURNO, LA CIENCIA OCULTA, CAP. IV, RUDOLF STEINER

Saturno es el nombre que recibe la primera fase en el desarrollo del ser humano y del sistema solar, donde tiene lugar dicho desarrollo. En esta fase, por llamarla de alguna manera, no hay tiempo, ni luz, consiste simplemente en una enorme entidad cósmica de calor, sin gases, ni líquidos, ni ninguna otra sustancia. Rodeada de una atmósfera de índole espiritual, desde donde actuaban las entidades que dieron forma a los primeros rudimentos del cuerpo humano. El caos saturnal comenzó a estructurarse gracias a la acción de las Dominaciones (que la tradición los asocia a la Esfera de Júpiter) y a los Tronos (rectores de Saturno) que proyectaban su voluntad sobre el caos. Es una visión muy romántica de la materia saturnal ordenada en primera instancia por una voluntad, reflejada por las altas jerarquías espirituales. Nuestro interés se centrará en el orden de las Jerarquías espirituales y su papel en cada una de las etapas formativas del cosmos y del ser humano.

En primer lugar hay que tener en cuenta los rangos y los nombres:

1er orden, de la sustancia está formado por los Serafines (Espíritus del Amor), los Querubines (Espíritus de las Armonías) y los Tronos (Espíritus de la Voluntad), éstos últimos, la tradición los colocaba en la Esfera de Saturno, los Serafines y Querubines actúan desde fuera del cosmos (Cielo Cristalino y el Empíreo).

2º orden, de la forma, Dominaciones (Espíritus de la Sabiduría) que la tradición los asocia con Júpiter, Virtudes (Espíritus del Movimiento) que los asociaban con Marte, y Potestades (Espíritus de la Forma) solares.

3er orden, de la inteligencia, Principados (Espíritus de la Personalidad) asociados con Venus, Arcángeles (Espíritus del Fuego) asociados con Mercurio y Ángeles (Hijos de la Vida) asociados con la Luna.



Estas nueve Jerarquías también están en proceso de evolución, la décima jerarquía sería el ser humano, obviamente asociado con la Tierra. En la fase de Saturno los Tronos proyectan la voluntad y las Dominaciones ordenan el caos. Las Virtudes reflejan vida anímica sobre los plexos calóricos y las Potestades la fragmentan creando seres individuales de calor, ambos actúan desde el cuerpo astral. Los Principados son la humanidad de Saturno, pues tienen un yo individual, los Arcángeles tienen una conciencia onírica, como la de los animales sobre los que operan los Serafines, y los Ángeles tienen una conciencia de sueño vegetativo inducida por los Querubines.

En esta fase cósmica de Saturno, se forma el fundamento del cuerpo físico humano a partir del calor, así como la semilla de aquello que será la conciencia más elevada del ser humano, Atman o el Espíritu Humano. 

miércoles, 10 de diciembre de 2014

LA COMPRESIÓN EN EL PROGRESO ESPIRITUAL

Quien realmente se interesa por el desarrollo espiritual comprende fácilmente que se trata de un progreso, un camino progresivo, que además no solo se produce a nivel individual, sino también a nivel colectivo.
La Ciencia Espiritual o Teosofía que apareció a finales del siglo XIX, tenía por objeto, principalmente, explicar este progreso del alma humana, las etapas pasadas y las etapas futuras.
La comprensión de este progreso es fundamental precisamente para progresar en nuestro propio camino espiritual, pues de otro modo, trabajaremos a ciegas, y hoy no es posible excluir la "comprensión" en nuestro proceso de desarrollo espiritual.

Hoy en día, nos encontramos una amplísima oferta en el "mercado" espiritual. Esto es una gran suerte, nunca el ser humano ha tenido al alcance de su mano tanta información y tantas posibilidades de acceder a técnicas y herramientas para su progreso espiritual, no hace falta formar parte de ninguna sociedad secreta, ni una fidelidad absoluta al guru, ni nada de eso, en Internet uno puede encontrar prácticamente todo lo que necesita para trabajar por su propio progreso espiritual. Ahora bien, falta "comprender" dónde estamos, cuál es nuestro punto de partida, pues es muy improbable que entendamos una palabra de un texto que nos plantee meditaciones muy profundas, si no tenemos las bases necesarias para poder practicar y sacar provecho de ello.

Por eso, precisamente, la Ciencia Espiritual o Teosofía nos planteó por primera vez la posibilidad de entender los desarrollos del alma humana hacia el espíritu universal. Los maestros teósofos vieron que era preciso introducir este elemento de comprensión en nuestra época donde habíamos perdido una cierta sensibilidad interna, por lo que el trabajo, por ejemplo, con símbolos no tenía ninguna virtualidad a nivel consciente y solo actuaba de forma inconsciente. Así lo expresaba el Dr. Rudolf Steiner: "el trabajo con la mera intuición del simbolismo tal como hoy en día se cultiva ordinariamente en las sociedades ocultas sería una continuación injustificada de aquello que en el pasado había estado justificado. Pues en aquellos tiempos el ser humano disponía de una sensibilidad más intensa de su cuerpo etérico, por medio de la cual podía llegar a una experiencia interior análoga. El ser humano de la moderna era del alma consciente, para quien en lugar del cuerpo etérico sensitivo se ha hecho determinante el entendimiento ligado al cerebro físico, los símbolos, signos, toques y palabras le quedan como algo externo, no puede unirlos con su alma consciente..."

Lo mismo sucede con el yoga, la meditación y otras técnicas venidas de Oriente y practicadas desde antiguo por personas que todavía hoy conservan la citada sensibilidad de su cuerpo etérico. El occidental que parte del alma consciente y su dependencia del cuerpo físico precisa de la herramienta de la comprensión para poder progresar espiritualmente, por lo que debe sumarla a dichas técnicas y al estudio del simbolismo. Comprender cuál es el siguiente paso evolutivo, que desarrollos se esperan del alma humana, nos ayudará a comprender cómo nos podemos servir de dichas técnicas o símbolos en nuestro progreso real.

Por ello, todas las escuelas surgidas de la Teosofía comenzaban sus trabajos espirituales a partir de la Ciencia Espiritual, su comprensión de los mundos sutiles y de los desarrollos del alma humana, en el conjunto evolutivo de toda la Humanidad y del planeta. Siguiendo con R. Steiner: "aquel que haya llegado a conocer, aunque solo sea lo que se encuentra por ejemplo en mi "Teosofía" o en la "Ciencia Espiritual" (y aquí valen también las obras de HP. Blavatsky, la Dra. A. Besant, Max Heindel o Jan van Rijckenborgh, por poner algunos ejemplos más), y haya intentado comprenderlo, nunca podrá recibir ningún daño a consecuencia de la transmisión de símbolos" (Berlín, 4 de abril de 1916). Recomendamos, especialmente, la lectura y estudio de la obra del Dr. Rudolf Steiner "Filosofía de la Libertad", quien comprende dicha obra, sin duda, está capacitado para poder realizar rápidos progresos con todas las herramientas y métodos, ya provengan de nuestra tradición o de Oriente.

domingo, 18 de mayo de 2014

¿Podemos hacer ciencia del Espíritu?

¿Podemos hacer ciencia del Espíritu? La respuesta a esta pregunta no solo sería afirmativa, sino que deberíamos hacer ciencia del Espíritu. La historia del pensamiento occidental nos pone claramente de manifiesto que filosofía y ciencia han sido los motores de nuestra cultura. Si en Oriente la filosofía tenía que mostrar un camino de liberación, en Occidente la filosofía tenía que justificar la ciencia. El Dr. Rudolf Steiner introduce su obra "La Ciencia Oculta" con estas palabras:

"El origen de la ciencia en su naturaleza esencial, no se descubre examinando los objetivos que ella abarca, sino observando el género de actividad científica: hemos de considerar la actitud del alma en el proceso mismo en que ella adquiere el conocimiento científico."

Esta afirmación es una de las más grandes genialidades del filósofo y místico austríaco. En realidad la ciencia es una "actitud del alma" humana. El alma humana necesita conocer y conocer de una forma fiable, necesita comprender las leyes de la Naturaleza, y luego afirma:

"En esto nos basamos para referirnos al conocimiento de un contenido del mundo, no perceptible a los sentidos, como algo "científico". La comprensión humana quiere ocuparse de este contenido del mundo, de la misma manera que está activa en las ciencias naturales."

En "La Ciencia Oculta" el Dr. Steiner nos demuestra como la ciencia es una actitud del alma, que en general se dirige hacia la comprensión del mundo sensible, sin embargo, es también posible y muy deseable, que esta actitud del alma, esta actitud científica, también se dirija hacia la parte del mundo que no es perceptible por los sentidos. Es por ello necesario que en la búsqueda espiritual se adopte una actitud científica.
Y ello por una razón fundamental, si queremos conservar la LIBERTAD que hemos alcanzado con grandes esfuerzos, la LIBERTAD DE PENSAMIENTO, sin sumisión a ninguna autoridad, dogma o dictado, más que a la propia necesidad de conocimiento que parte del alma individual, es preciso utilizar la herramienta más potente que Occidente ha desarrollado: EL PENSAMIENTO CIENTÍFICO.
Por ello, en esta época que nos toca vivir y en estas latitudes del mundo, con la formación y educación que, mejor o peor, hemos recibido, tenemos un potente aliado en la ciencia, entendida como actitud del alma, para guiarnos en nuestro camino de búsqueda espiritual. Debemos dejar de lado a maestros, gurus, escuelas e instituciones que nos quieran dar un camino demasiado predeterminado. Pues la búsqueda interior sin libertad, sin completa libertad, es una ilusión más.

Los maestros budistas que han estudiado la mente en profundidad, tal vez sean los filósofos de la mente que conocen mejor este fenómeno, la definen por medio de dos notas fundamentales: MENTE ES CLARIDAD Y CONOCIMIENTO. La mente es una pantalla clara y luminosa donde se inscriben todos nuestros conocimientos, un continuo donde se reflejan todas las cosas que necesitamos conocer, de hecho siempre estamos conociendo. Cualquier percepción es un conocimiento.
Y no solo hay percepciones del mundo sensible, también las hay del mundo que no es perceptible por los sentidos. Por ello podemos hacer ciencia del Espíritu, y debemos hacer ciencia del Espíritu si queremos avanzar en su conocimiento de forma libre y autónoma. Todo el mundo tiene la capacidad para hacerlo, todos podemos avanzar en el conocimiento interior de forma libre y no condicionada. No hay ningún problema en acercarse a escuelas, maestros y personas sabias, todo lo contrario, pero siempre y cuando ello no nos condicione, siempre y cuando no perdamos nuestro sentido común y nuestra libertad. Pues si el sabio es realmente un sabio, te acompañará una parte de tu trayecto, pero luego te dejará volar, libre.