"El Sabio le dijo: "Una respuesta es aprovechable en proporción a la intensidad de la búsqueda. El problema claramente presentado, la pregunta netamente definida, llevan en ellos los elementos de la solución. Nosotros debemos imponerte esta prueba antes de introducirte entre los discípulos del Templo: autorizamos una sola pregunta, ¿a cuál atribuyes tu principal interés?" Isha Schwaller de Lubicz, Her-Bak "Disciple" de la Sagesse Égypienne.
Una sola pregunta permitía al discípulo atravesar las puertas del Templo, una pregunta clara y concisa que describiera el objeto de toda la búsqueda. Este pasaje de la novela de Isha Schwaller de Lubicz me produjo un fuerte impacto. ¿Cómo resumiría yo en una sola pregunta la razón de mi búsqueda espiritual, la pregunta que da sentido a toda mi vida? ¿Cuántos de nosotros podríamos formularnos claramente esta pregunta? Sin embargo, es un buen ejercicio para centrar nuestra búsqueda y poder valorar la intensidad de la misma.
Desde niño comencé a leer libros "raros", sobre magia, sociedades secretas, poderes mentales, etc. A los veinte años leía libros de cábala y magia ceremonial sin entender prácticamente nada, recogiendo alguna idea de aquí y de allí. Estudié algo de astrología y tarot, como mucha gente. Pero fue una conferencia de la Rosacruz la que activó algo en mi interior. Se hablaba de un átomo espiritual dormido o latente en el corazón. De pronto fue como si todo lo que había leído tuviera sentido, todo se explicaba con esta simple idea. Algún tiempo después pude sentir el despertar del átomo espiritual del corazón y éste guió mi búsqueda.
Si me hubiera formulado "la pregunta" antes de escuchar la conferencia, sin duda, hubiera salido una cosa totalmente diferente a la que me planteé después, algunos años más tarde, y, por supuesto, cómo me la formularía hoy. El objeto de la búsqueda debería estar claro en cada momento, aunque dispuesto a cambiarlo en cualquier momento. Por una simple razón, porque de la intensidad de la pregunta saldrán las fuerzas para poder buscar las respuestas y, a menudo, los compromisos que te pide el camino requieren de una gran fortaleza, que solo un objeto claro y una búsqueda intensa permiten mantener.
He oído alguna vez la historia del discípulo que le preguntó a su maestro cómo podría alcanzar la iluminación, y el maestro llevó al discípulo a un río y allí lo hundió hasta que casi le ahoga, cuando el maestro le liberó le dijo: "Cuando desees la liberación tanto como ahora deseabas el aire, alcanzarás la liberación". Y es que el problema reside en nuestra gran dispersión y distracciones, nuestra falta de fuerza y de intensidad por alcanzar el objeto de nuestra búsqueda interior. Por ello, es muy importante formularse claramente el objeto y poner toda la energía disponible y entusiasmo para alcanzarlo. Una vez una amiga muy sabia me dijo: "nosotros al principio nos propusimos tener un hotel familiar, y lo conseguimos, pero si nos hubiéramos puesto como objetivo un hotel de cinco estrellas, ahora también lo tendríamos..."
Una sola pregunta permitía al discípulo atravesar las puertas del Templo, una pregunta clara y concisa que describiera el objeto de toda la búsqueda. Este pasaje de la novela de Isha Schwaller de Lubicz me produjo un fuerte impacto. ¿Cómo resumiría yo en una sola pregunta la razón de mi búsqueda espiritual, la pregunta que da sentido a toda mi vida? ¿Cuántos de nosotros podríamos formularnos claramente esta pregunta? Sin embargo, es un buen ejercicio para centrar nuestra búsqueda y poder valorar la intensidad de la misma.
Desde niño comencé a leer libros "raros", sobre magia, sociedades secretas, poderes mentales, etc. A los veinte años leía libros de cábala y magia ceremonial sin entender prácticamente nada, recogiendo alguna idea de aquí y de allí. Estudié algo de astrología y tarot, como mucha gente. Pero fue una conferencia de la Rosacruz la que activó algo en mi interior. Se hablaba de un átomo espiritual dormido o latente en el corazón. De pronto fue como si todo lo que había leído tuviera sentido, todo se explicaba con esta simple idea. Algún tiempo después pude sentir el despertar del átomo espiritual del corazón y éste guió mi búsqueda.
Si me hubiera formulado "la pregunta" antes de escuchar la conferencia, sin duda, hubiera salido una cosa totalmente diferente a la que me planteé después, algunos años más tarde, y, por supuesto, cómo me la formularía hoy. El objeto de la búsqueda debería estar claro en cada momento, aunque dispuesto a cambiarlo en cualquier momento. Por una simple razón, porque de la intensidad de la pregunta saldrán las fuerzas para poder buscar las respuestas y, a menudo, los compromisos que te pide el camino requieren de una gran fortaleza, que solo un objeto claro y una búsqueda intensa permiten mantener.
He oído alguna vez la historia del discípulo que le preguntó a su maestro cómo podría alcanzar la iluminación, y el maestro llevó al discípulo a un río y allí lo hundió hasta que casi le ahoga, cuando el maestro le liberó le dijo: "Cuando desees la liberación tanto como ahora deseabas el aire, alcanzarás la liberación". Y es que el problema reside en nuestra gran dispersión y distracciones, nuestra falta de fuerza y de intensidad por alcanzar el objeto de nuestra búsqueda interior. Por ello, es muy importante formularse claramente el objeto y poner toda la energía disponible y entusiasmo para alcanzarlo. Una vez una amiga muy sabia me dijo: "nosotros al principio nos propusimos tener un hotel familiar, y lo conseguimos, pero si nos hubiéramos puesto como objetivo un hotel de cinco estrellas, ahora también lo tendríamos..."
Para mí, la pregunta clave sería la de Ramana Maharshi: ¿Quién soy yo?
ResponderEliminarCuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
ResponderEliminardebes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias...
Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas...
Acude a muchas ciudades de Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ellas, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas. (Itaca, C. Kavafis)