De un tiempo a esta parte, parece que la culpa de todo la tiene el "ego". La palabra ego significa "yo", pronombre personal de primera persona, que viene a designar aquello que somos o que creemos que somos. Por tanto, asumimos nuestra culpa, aceptamos nuestro egoismo, pero al culpar al yo, de alguna manera, intentamos descargarnos de responsabilidad. Pues tampoco sabemos bien bien qué es el "yo". ¡¡¡Hablamos alegremente del yo EN TERCERA PERSONA!!!
YO BIOLÓGICO: El yo es una necesidad, no solo psicológica, sino también biológica. Necesitamos construir una idea de yo, de unidad de conciencia, que centralice todas las sensaciones, percepciones, emociones y pensamientos. Sin un yo, sin una idea unificadora, no podríamos relacionar las distintas percepciones a cada momento, nuestra vida biológica sería imposible, pues no sabríamos que el que está hablando es el tipo que tengo delante... Hasta los animales tienen una cierta idea de unidad de su conciencia.
YO PSICOLÓGICO: Es cierto que el yo es, desde un punto de vista crítico y racional, algo irreal. El cuerpo es real y su unidad es real, pero ese yo anímico o psicológico es irreal, aunque necesario. No podemos prescindir de un yo psicológico, y la incorrecta integración de un yo en nuestra vida psíquica es un grave problema, es una enfermedad.
YO LINGÜÍSTICO: Pero, entonces, a qué se refieren los místicos o los maestros orientales, cuando nos invitan a negar al yo, cuando niegan la realidad del yo. Buda negaba la existencia del yo por razones obvias, le negaba un carácter ontológico por la mera razón de que el yo surge siempre con relación a otra cosa, es un producto del lenguaje, es un pronombre personal, siempre relacionado con un verbo, una acción o un predicado. Toda construcción lingüística puede ser cuestionada desde un punto de vista ontológico. Al menos así lo afirmaron los escépticos. Desde un punto de vista místico, el yo que se fundía con Dios o con el Universo, parece que se disolvía en la grandeza de aquello con lo que quedaba asimilado. Pero esto último, no es una verdadera aniquilación del yo.
EGO O EGOÍSMO: Lo que nos produce verdaderamente rechazo es el egoísmo, es decir, la inclinación natural a satisfacer nuestras necesidades y deseos, sin ninguna consideración a los demás o a la Naturaleza, nuestro medio de subsistencia y de las generaciones futuras. Pero no nuestro yo.
YO ESPIRITUAL: El yo es el logro espiritual más elevado del ser humano. Un yo con conciencia individual, autónomo y libre, es un logro espiritual que surge del impulso griego por la libertad y la igualdad. El yo, desde este punto de vista, es un inmenso potencial de posibilidades. Permite un verdadero comportamiento ético, a partir de la libre elección. Desde el punto de vista psicológico, el proceso de desarrollo anímico, el psiquiatra suizo C.G. Jung lo denominó "proceso de individuación", según el cual, cada yo va integrando más y más elementos, algunos arquetípicos, de su psique profunda, hasta que lograba tomar conciencia de sí mismo, como una totalidad, como un pequeño universo, donde se abandonaba la tendencia inconsciente de proyectar lo que somos en lo exterior.
LIBERTAD E IGUALDAD INDIVIDUAL: La vida interior del individuo consciente es fruto del desarrollo del Cristianismo, ninguna otra religión ha permitido un desarrollo tal. Y es que el Cristianismo, pese a los componentes básicos del judaísmo, era una religión helenizada que integraba gran cantidad de elementos de la filosofía griega. La libertad y la igualdad, pese a que todavía queda mucho por cultivar, son elementos implantados en nuestra cultura. Mujeres y hombres, seres humanos de todas las razas y credos, conviven juntos, lo mejor que pueden, y en principio, sobre una base de mutua tolerancia y respeto, insisto que queda mucho por trabajar, pero a nivel conceptual esto está presente, compárese con otros lugares del mundo. Estos son valores espirituales muy claros, que a veces perdemos de vista. Y estos valores nos prefiguran como individuos, libertad e igualdad nos individualizan, nos transforman en yoes conscientes.
LA AMISTAD: Y el tercer elemento, yo lo llamaría amistad (filia), hoy en día, la familia, las jerarquías, las fraternidades están en crisis, sin embargo, la amistad despunta como una verdadera relación que nos mantiene unidos. Cada vez más ancianos mueren olvidados por sus familiares, mientras que en otras sociedades son respetados, casi venerados. Pero en Occidente priman los lazos de amistad por encima de los lazos de sangre. El individuo consciente escoge libremente con quién quiere estar, quiénes son sus amigos, con quién tiene lazos de amistad, con quién tiene cosas que compartir, con quién mantiene un diálogo.
ELEVAR EL YO: Por tanto, dejemos de culpar al yo, y comencemos a trabajar a ese yo, darle profundidad, conocimientos, sentido crítico, independencia tolerancia, libertad, valores éticos y virtudes, ampliando sus relaciones de amistad, demostrando que se preocupa por el bienestar de sus amigos y compañeros, explotemos todas las posibilidades espirituales que tiene nuestro yo. Pues quien niega su propio yo es un enfermo y quien ve muchos egos y muy fuertes a su alrededor o es un pusilánime o es un manipulador.
YO BIOLÓGICO: El yo es una necesidad, no solo psicológica, sino también biológica. Necesitamos construir una idea de yo, de unidad de conciencia, que centralice todas las sensaciones, percepciones, emociones y pensamientos. Sin un yo, sin una idea unificadora, no podríamos relacionar las distintas percepciones a cada momento, nuestra vida biológica sería imposible, pues no sabríamos que el que está hablando es el tipo que tengo delante... Hasta los animales tienen una cierta idea de unidad de su conciencia.
YO PSICOLÓGICO: Es cierto que el yo es, desde un punto de vista crítico y racional, algo irreal. El cuerpo es real y su unidad es real, pero ese yo anímico o psicológico es irreal, aunque necesario. No podemos prescindir de un yo psicológico, y la incorrecta integración de un yo en nuestra vida psíquica es un grave problema, es una enfermedad.
YO LINGÜÍSTICO: Pero, entonces, a qué se refieren los místicos o los maestros orientales, cuando nos invitan a negar al yo, cuando niegan la realidad del yo. Buda negaba la existencia del yo por razones obvias, le negaba un carácter ontológico por la mera razón de que el yo surge siempre con relación a otra cosa, es un producto del lenguaje, es un pronombre personal, siempre relacionado con un verbo, una acción o un predicado. Toda construcción lingüística puede ser cuestionada desde un punto de vista ontológico. Al menos así lo afirmaron los escépticos. Desde un punto de vista místico, el yo que se fundía con Dios o con el Universo, parece que se disolvía en la grandeza de aquello con lo que quedaba asimilado. Pero esto último, no es una verdadera aniquilación del yo.
EGO O EGOÍSMO: Lo que nos produce verdaderamente rechazo es el egoísmo, es decir, la inclinación natural a satisfacer nuestras necesidades y deseos, sin ninguna consideración a los demás o a la Naturaleza, nuestro medio de subsistencia y de las generaciones futuras. Pero no nuestro yo.
YO ESPIRITUAL: El yo es el logro espiritual más elevado del ser humano. Un yo con conciencia individual, autónomo y libre, es un logro espiritual que surge del impulso griego por la libertad y la igualdad. El yo, desde este punto de vista, es un inmenso potencial de posibilidades. Permite un verdadero comportamiento ético, a partir de la libre elección. Desde el punto de vista psicológico, el proceso de desarrollo anímico, el psiquiatra suizo C.G. Jung lo denominó "proceso de individuación", según el cual, cada yo va integrando más y más elementos, algunos arquetípicos, de su psique profunda, hasta que lograba tomar conciencia de sí mismo, como una totalidad, como un pequeño universo, donde se abandonaba la tendencia inconsciente de proyectar lo que somos en lo exterior.
LIBERTAD E IGUALDAD INDIVIDUAL: La vida interior del individuo consciente es fruto del desarrollo del Cristianismo, ninguna otra religión ha permitido un desarrollo tal. Y es que el Cristianismo, pese a los componentes básicos del judaísmo, era una religión helenizada que integraba gran cantidad de elementos de la filosofía griega. La libertad y la igualdad, pese a que todavía queda mucho por cultivar, son elementos implantados en nuestra cultura. Mujeres y hombres, seres humanos de todas las razas y credos, conviven juntos, lo mejor que pueden, y en principio, sobre una base de mutua tolerancia y respeto, insisto que queda mucho por trabajar, pero a nivel conceptual esto está presente, compárese con otros lugares del mundo. Estos son valores espirituales muy claros, que a veces perdemos de vista. Y estos valores nos prefiguran como individuos, libertad e igualdad nos individualizan, nos transforman en yoes conscientes.
LA AMISTAD: Y el tercer elemento, yo lo llamaría amistad (filia), hoy en día, la familia, las jerarquías, las fraternidades están en crisis, sin embargo, la amistad despunta como una verdadera relación que nos mantiene unidos. Cada vez más ancianos mueren olvidados por sus familiares, mientras que en otras sociedades son respetados, casi venerados. Pero en Occidente priman los lazos de amistad por encima de los lazos de sangre. El individuo consciente escoge libremente con quién quiere estar, quiénes son sus amigos, con quién tiene lazos de amistad, con quién tiene cosas que compartir, con quién mantiene un diálogo.
ELEVAR EL YO: Por tanto, dejemos de culpar al yo, y comencemos a trabajar a ese yo, darle profundidad, conocimientos, sentido crítico, independencia tolerancia, libertad, valores éticos y virtudes, ampliando sus relaciones de amistad, demostrando que se preocupa por el bienestar de sus amigos y compañeros, explotemos todas las posibilidades espirituales que tiene nuestro yo. Pues quien niega su propio yo es un enfermo y quien ve muchos egos y muy fuertes a su alrededor o es un pusilánime o es un manipulador.
Aportación de Amalia extraída de una charla antroposófica dada en el “Centro de Luz” de las Rozas, Madrid, el 13 de noviembre del 2009: "...Sabemos que es algo muy reciente, desde el punto de vista evolutivo, la adquisición de un Ego autónomo que todos tenemos hoy y que nos permite pensar y vivir como individuos. Anteriormente no había un yo individual sino un yo que abarcaba a todo un conjunto al que dirigía, a manera de cómo hoy podemos ver sucede en el mundo animal, por ejemplo, en una bandada de pájaros o en un hormiguero. Según retrocedemos en el tiempo la importancia grupal era mayor (familias, tribus, razas, etc) y casi inexistente la del individuo. Es a partir del siglo XV de nuestra era cuando comienza la posibilidad de la individualización, comienzo de la etapa actual en la que estamos de desarrollo del Alma de Consciencia, acelerándose dicha individualización sobre todo en el siglo XX, de forma global. En Oriente se ha considerado al yo humano, el ego, como algo nefasto y que había que suprimir por ser un impedimento para lograr un desarrollo espiritual. Este punto de vista es correcto en relación a la consciencia que generaba en el alma humana un Impulso determinado; sin embargo, en Antroposofía, este criterio se considera erróneo al no poder tener en cuenta el Hecho del Cristo como factor equilibrante. Cuando se incorporó en Jesús de Nazareth a través de su muerte y resurrección, Cristo, consigue desde el mundo espiritual, sin forzar al ser humano en su actuación, regular, mesurar esas fuerzas del ego para que pueda desarrollar las del pensamiento, intensificando el aislamiento y la individualización, proceso que supone la posibilidad del desarrollo de ese ego equilibrado con las fuerzas crísticas. Desde el Renacimiento, en el siglo XV esto se refleja claramente con el surgimiento de la Ciencia natural, primero desde la clase sacerdotal y luego independientemente de la Iglesia Católica, que tenía todo el monopolio del saber (ciencia unida a la religión y el arte). En cinco siglos se gana una forma de relacionarse con una parte de la realidad excluyendo el error al máximo, eliminando la subjetividad, el sentimiento, desarrollándose la objetividad “científica”, unido a la valoración del individuo por encima del grupo al que pertenece. El proceso de individualización se ha incrementado (las fuerzas de egoísmo), algo que era imprescindible para hacer posible el desarrollo de la libertad y la autonomía en el hombre desde la autoconsciencia, si bien sobre todo lo ha hecho en el aumento colosal del individualismo, lo que supone el incremento de las fuerzas de egoísmo y el aislamiento, en lugar de la participación de individuos libres en la colectividad, que es la forma correcta. En su Filosofía de la Libertad, el Dr. Steiner explica de forma magistral el desarrollo del proceso de Libertad y nos dice que no podemos ser libres a través de nuestros sentimientos, que se producen en nosotros según las circunstancias, ni en nuestra voluntad si no está dirigida por el pensar (por ejemplo, no somos libres en ningun proceso físico- metabólico). "..... En la auténtica concepción cristiana se entiende que somos “yoes” espirituales destinados a la eternidad, que utilizamos los instrumentos de las diversas personalidades, o egos individuales en los múltiples procesos de encarnación temporal en el mundo físico-material. Personalidades individuales valiosas que pueden aportar algo único al Todo como seres de Amor y Libertad. No olvidemos que precisamente ese amor y libertad es una característica exclusiva del ser humano y que puede desarrollar gracias a su confrontación,cada vez mas consciente, con las entidades opositoras, cual suelo que permite el avance, en esa dualidad entre las fuerzas del Bien y las del Mal. Forma parte de la evolución. (M. A. Quiñones)
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