Esto nos permite una mirada totalmente desapasionada del mito, las leyendas, los rituales y los demás componentes religiosos y misteriosos, desprovista del componente visceral de la fe. En algún otro post comentamos como la mirada científica - que es una pregunta por el porqué de las cosas, no es otra cosa que una actitud del alma o de la mente, y como dicha actitud es perfectamente aplicable a los fenómenos no perceptibles por los sentidos. De hecho, C.G. Jung es exactamente lo que hizo cuando buscaba las trazas de sus arquetipos del inconsciente colectivo en todo tipo de mitos, leyendas y tradiciones religiosas tanto de Occidente como de Oriente, a la vez que constataba sus descubrimientos en su práctica clínica. Si bien, en tiempos de Jung, Oriente no había volcado toda la información de la que hoy tenemos relativamente fácil acceso.
Una de las cosas donde me parece más importante este estudio desapasionado y metódico es en lo que cada vez se va conociendo mejor del Budismo Tibetano, sus conocimientos y estudios sobre la mente, y sobre todo el sentido de sus meditaciones más profundas que permiten a los lamas viajar a través de los distintos estados mentales, ya sean sueños e incluso las etapas de disolución de la conciencia durante la muerte, lo que se conoce con el nombre de "bardo".
Considero del todo necesario una aproximación con la misma actitud del alma que la de un científico que estudia las partículas subatómicas, abordar la cuestión del "bardo" sus distintas etapas, las distintas experiencias de la psique en el proceso de disolución de la conciencia, tan detalladamente explicados en los textos budistas, así como toda la tecnología - en la forma de los distintos yogas - y distintas meditaciones con las que intentan reproducir dichos procesos anímicos. Psicología y yoga (profundo, no el del gimnasio) tienen mucho que caminar juntos, para desvelar todavía muchos misterios de la mente y de la vida humana. Pero sobre todo, las enseñanzas y prácticas relacionadas con el bardo, el estado intermedio, deberían abordarse desde la perspectiva de la psicología y la filosofía de la conciencia occidentales, lo que sin duda abriría nuevos caminos hacia la felicidad y eliminaría muchos fantasmas que nos surgen sobre una cuestión a la que deliberadamente nuestra cultura da la espalda, y nos coloca absolutamente ciegos e ignorantes ante el misterio más importante de la vida: la muerte.